divendres, 26 d’agost del 2011

Modernidad líquida


La metàfora del líquid com quelcom que flueix i en estat constant de canvi en funció de les condicions externes en oposició al sòlid amb una forma sempre permanent en front als canvis. El líquid és flexible i elàstic davant dels cops i girs bruscos mentre que el sòlid aguanta o es trenca. Per afrontar l’actual món canviant el líquid és un paradigma molt millor.
El món líquid provoca la liberalització de la economia dels seus lligams amb la política i la societat. La complexitat organitzativa del món actual no ofereix opcions de tria. A més a més això no ha estat producte d’un poder dictatorial, sinó a l’inrevés del propi poder de la llibertat d’acció.

Aquesta és la tesi que defensa Zygmnut Bauman, en el seu llibre més conegut i publicat en el canvi de segle, ara ja fa 11 anys i com en molts dels seus llibres podem constatar com s’avançava al que passaria als pocs anys:

El poder se aleja de la calle, de los parlamentos, de los gobiernos, más allá del control de los ciudadanos. El estado real del poder es la invisibilidad.

Las autoridades ya no mandan sino que intentan congraciarse con los electores por medio de la tentación y la seducción.

Las personas “se convierten en espectadores pasivos de un personaje político que les ofrece sus sentimientos y sus intenciones, en vez de sus actos, para que los consuman” (RICHARD SENNET). Sin embargo, el punto es que los espectadores no esperan mucho más de los políticos, tal como sólo esperan de otros personajes ante las candilejas nada más que un buen espectáculo. Y así el espectáculo de la política, al igual que otros espectáculos públicos se convierte en un mensaje incesante y monótono que repite y repite …

GUY DEBORD: El centro de control ahora se ha ocultado, y ya no lo ocupa ningún líder conocido ni una ideología clara” Resulta cada menos claro qué es lo que ese agente –cualquiera que sea- debería hacer para mejorar la situación del mundo en el supuesto caso de que tenga suficiente poder para hacerlo.

El capital se soltó de la dependencia que lo ataba al trabajo gracias a una libertad de movimientos impensable antaño incluso para aquellos “propietarios invisibles” de la tierra. La reproducción del crecimiento y la riqueza, de las ganancias y los dividendos y la satisfacción de los accionistas son en todo independientes de la duración de cualquier compromiso local y particular con el trabajo.
El capital es pot desplaçar i moure sense problemes, no depenent de ningú en canvi el treball sempre està subjecte a l’existència del capital. El treball necessita del capital i el capital cada cop menys necessita del treball.

El mundo está lleno de posibilidades como una mesa de buffet repleta de platos apetitosos, cuya cantidad excede la capacidad de degustación. Los invitados son consumidores, y el desafío más exigente e irritante que deben enfrentar es la necesidad de establecer prioridades: la necesidad de desechar algunas opciones y dejarlas inexploradas. La desdicha de los consumidores deriva del exceso, no de la escasez de opciones.
El objectivo es simplemente consumir. Pero esto supone un deseo nunca saciado, una garantía de constante ansiedad.
Los consumidores van detrás de las sensaciones que ofrecen los diferentes productos exhibidos en los supermercados. Así tratan de de escapar de la angustia.
JEREMY SEABROOK: El capitalismo no ha entregado los productos a la gente, sino más bien ha entregado la gente a los productos. La venta de productos, experiencias y sensaciones es lo único que da forma y significado a nuestras vidas.
La actividad de elegir importa más que lo que se elige.
En una sociedad de adictos compradores/espectadores, los pobres no pueden desviar los ojos: no tienen hacia dónde desviarlos. Cuanto mayor es la libertad de la pantalla y más seductora es la tentación que provocan las vidrieras, tanto más profunda se vuelve la sensación de empobrecimiento, tanto más sobrecogedor se vuelve el deseo de saborear, aunque sea por un momento, el éxtasis de elegir. Cuanto más numerosas parecen ser las opciones de los ricos, tanto menos soportable resulta para todos una vida sin capacidad de elegir.
La libertad de considerar la vida como una salida de compras prolongada significa considerar el mundo como un depósito desbordante de productos de consumo. Dada la profusión de ofertas tentadoras, la potencial capacidad generadora de placer de cualquier producto tiende a agotarse con rapidez. Afortunadamente para los clientes con recursos están protegidos contra el rápido envejecimiento y la obsolescencia de los deseos y contra su efímera satisfacción.

La vida deseada tiende a ser como la vida que se ve en la TV. La vida en la pantalla empequeñece y quita encanto a la vida vivida: es esta última la que parece irreal i seguirá pareciendo irreal en tanto no sea recuperada en imágenes filmables.

SHARON ZUKIN: “Los votantes … podrían haber elegido aprobar las políticas del gobierno destinadas a eliminar la pobreza, controlar la competencia étnica e integrar a todo el mundo a través de instituciones públicas comunes. En cambio, eligieron comprar protección, estimulando así el crecimiento de la industria de la seguridad privada”
ZUKIN señala que el peligro más tangible … es “la política del miedo cotidiano”. El estremecedor y perturbador espectro de las “calles inseguras” aleja a la gente de los lugares públicos y le impide procurarse las artes y oficios necesarios para compartir la vida pública.

La capacidad de convivir con las diferencias, por no hablar de disfrutar de ellas y aprovecharlas, no se adquiere fácilmente, y por cierto no viene sola. Esa capacidad es un arte que, como todas las artes, requiere estudio y ejercicio. La incapacidad de enfrentarse a la irritante pluralidad de los seres humanos es espontánea y se refuerza a sí misma: cuanto más efectivos son el impulso hacia la homogeneidad y los esfuerzos destinados a eliminar las diferencias, tanto más difícil resulta sentirse cómodo frente a los extraños, ya que la diferencia parece cada vez más amenazante y la angustia que provoca parece cada vez más intensa.

Las personas que tienen las manos libres dominan a las personas que tienen las manos atadas; la libertad de las primeras es la causa principal de la falta de libertad de las segundas, y la falta de libertad de las segundas es el sentido último de la libertad de las primeras.

El acto de trabajar se parece más a la estrategia de un jugador que se plantea modestos objetivos a corto plazo sin un alcance que vaya más allá de las próximas dos o tres jugadas. Lo que cuenta son los efectos inmediatos de cada jugada y los efectos deben ser aptos para su consumo también inmediato.
El trabajo ya no puede ofrecer un uso seguro en el cual enrollar y fijar definiciones del yo, identidades y proyectos de vida.

La caducidad de las noticias en tanto información acerca del “mundo real” es en sí misma uno de los rasgos más importantes de la información.

Precariedad, inestabilidad, vulnerabilidad son las características más extendidas y las más dolorosas de la vida contemporánea. Estem en una època d’inseguretat, incertesa, desprotecció i precarietat dels nostres mitjans de subsistència que genera inseguretat en el treball.

CRICK: la sociedad civilizada es inherentemente pluralista. Vivir juntos dentro de esa sociedad implica negociación y conciliación de intereses naturalmente diferentes y que normalmente es mejor conciliar diferente intereses que coercionarlos y oprimirlos perpetuamente.

La velocidad ocupa el primer lugar en la lista de los valores de supervivencia. Sin embargo, la velocidad no conduce a pensar. El pensamiento requiere pausas y descansos exige que nos tomemos nuestro tiempo que recapitulemos los pasos que hemos dado observando meticulosamente el lugar al que arribamos y evaluando la sensatez que nos llevó hasta allí. En ausencia de pensamiento se puede confundir la suerte con el destino. Y esto es un grave error, es fatalismo, y más cuando la suerte no es fruto de la libre elección del individuo. Para advertir la diferencia se necesita el recurso del pensamiento, de tener tiempo para pensar y tomar distancia.

Para lograr la democracia hace falta algo más que la libertad formal de hablar y tomar resoluciones. También necesitamos saber de qué hay que hablar y qué resoluciones tomar. Todo eso hay que hacerlo dentro de una sociedad como la nuestra en la que la autoridad de hablar y decidir está reservada a los expertos, quienes tienen el derecho exclusivo de decidir la diferencia entre realidad y fantasía y dividir lo posible de lo imposible.