Dámaso Alonso publicava “Hijos de la ira” el 1944, poc després d’acabada la Guerra Incivil. I el començava amb aquest “Insomnio”, una descripció pessimista de la seva percepció del moment en que estava vivint.
INSOMNIO
Madrid es una
ciudad de más de un millón de cadáveres (según las últimas estadísticas)
A veces en la
noche yo me revuelvo y me incorporo en este inicio en el que hace 45 años que
me pudro,
y paso largas
horas oyendo gemir al huracán, o ladrar a los perros, o fluir blandamente la
luz de la luna.
Y paso largas
horas gimiendo como el huracán, ladrando como un perro enfurecido, fluyendo
como la leche de la ubre caliente de una gran vaca amarilla.
Y paso largas
horas preguntándole a Dios, preguntándole por qué se pudre lentamente mi alma,
por qué se pudren
más de un millón de cadáveres en esta ciudad de Madrid,
por qué mil
millones de cadáveres se pudren lentamente en el mundo.
Dime, ¿qué huerto
quieres abonar con nuestra podredumbre?
¿Temes que se te
sequen los grandes rosales del día,
las tristes
azucenas letales de tus noches?
Podem pensar que avui en dia
vivim molt millor, però el món segueix podrint-se i nosaltres en som uns
espectadors. Damaso Alonso era creient i es consolava amb les seves creences
encara que no per això deixava de queixar-se i de fer-se preguntes.
Son poemes llargs que no
segueixen les normes de la mètrica i la rima que ens van ensenyar a l’escola. En
“preparativos de viaje”, el viatge que suposa la mort es pregunta pel
que veuen els homes quan es moren:
Ah muertos,
muertos, ¿qué habéis visto en la esquina cruel,
en el terrible
momento del tránsito?
Ah, ¿qué habéis
visto en ese instante del encontronazo con el camión gris de la muerte?
No sé si cielos
lejanísimos de desvaídas estrellas,
de lentos cometas
solitarios hacia la torpe nebulosa inicial,
No sé si un
infinito de nieves, donde hay un rastro de sangre, una huella de sangre
inacabable,
Ni si el
frenético color de una inmensa orquesta convulsa cuando se descuajan los orbes,
ni si acaso la
gran violeta que esparció por el mundo la tristeza como un largo perfume de
enero,
ay, no sé si
habéis visto los ojos profundos, la faz impenetrable.
Ah, Dios mío,
Dios mío, ¿qué han visto un instante esos ojos que se quedaron abiertos?
Havia nascut al 1898. Ja tenia 45
anys, i encara es qüestiona qui és. 45 anys que es suporta a si mateix que conviviu amb la seva imatge dia a
dia, però encara no es coneix. S'odia i s'estima al mateix temps.
YO
Mi portento
inmediato,
mi frenética
pasión de cada día,
mi flor, mi ángel
de cada instante,
aun como el pan
caliente con olor de tu hornada,
aun sumergido en
las aguas de Dios,
y en los aires
azules del día original del mundo:
dime, dulce amor
mío,
dime, presencia
incógnita,
45 años de
misteriosa compañía,
¿aún no son
suficientes
para entregarte,
para desvelarte
a tu amigo, a tu
hermano,
a tu triste
doble?
¡No, no! Dime,
alacrán, necrófago,
cadáver que se me
está pudriendo encima
desde hace 45
años,
hiena
crepuscular,
fétida hidra de
800.000 cabezas,
¿por qué siempre
me muestras sólo una cara?
siempre a cada
segundo una cara distinta,
unos ojos
crueles,
los ojos de un
desconocido,
que me miran sin
comprender
(con ese odio del
desconocido)
y pasan:
a cada segundo.
Son tus cabezas
hediondas, tus cabezas crueles,
oh hidra
violácea.
Hace 45 años que
te odio,
que te escupo,
que te maldigo,
pero no sé a
quién maldigo,
a quién odio, a
quién escupo.
Dulce,
dulce amor mío
incógnito,
45 años hace ya
que te amo.
EN LA SOMBRA
Sí: tú me buscas.
A veces en la
noche yo te siento a mi lado,
que me acechas,
que me quieres
palpar,
y el alma se me
agita con el terror y el sueño,
como una
cabritilla, amarrada a una estaca,
que ha sentido la
onda sigilosa del tigre
y el fallido
zarpazo que no incendió la carne,
que se extinguió
en el aire oscuro.
Si: tú me buscas.
Tú me oteas,
escucho tu jadear caliente,
tu revolver de
bestia que se hiere en los troncos,
siento en la
sombra
tu inmensa mole
blanca, sin ojos, que voltea
igual que un
iceberg que sin rumos se invierte en el agua salobre.
Sí: me buscas.
torpemente,
furiosamente lleno de amor me buscas.
No me digas que
no. No, no me digas
que soy náufrago
solo
como esos que de
súbito han visto las tinieblas
rasgadas por la
brasa de luz de un gran navío,
y el corazón les
puja de gozo y de esperanza.
Pero el resuello
enorme
pasó, rozó
lentísimo, y se alejó en la noche, indiferente y sordo.
Dime, di que me
buscas.
Tengo miedo de
ser náufrago solitario,
miedo de que me
ignores
como el náufrago
ignoran los vientos que le baten,
las nebulosas
últimas, que, sin ver, le contemplan.
I per acabar el llibre, un darrer
poema, en el que creu que el seu final està proper, quan encara li quedaven
molts anys prolífics de vida. No moriria fins el 1990. I en el que creu que ha
estat una vida poc reeixida.
DEDICATORIA
FINAL
Ah, pobre Damaso,
Tú, el más
miserable, tú el último de los seres,
Tú que con tu
fealdad y con el oscuro turbión de tu desorden, perturbas la sedeña armonía
Del mundo,
Dime,
Ahora que ya se acerca
tu momento
(porque no hay ni
un presagio que ya en ti no se haya cumplido),
Ahora que subirás
al Padre,
Silencioso y
veloz como el alcohol bermejo en los termómetros,
¿cómo has de ir
con tus manos estériles?
¿qué le dirás
cuando en silencio te pregunte qué has hecho?
….
DÁMASO ALONSO
Hijos de la ira
Espasa Calpe (ed. Or. 1946); 239 pàgines
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