dilluns, 16 d’agost del 2021

La il·lusió de la vida

Una nova lectura de Paul Auster: sense ser un dels seus millors libres, es llegeix amb interès.

Todo el mundo creía que estaba muerto… era como si hubiese salido a dar un paseo y fuese a volver en cualquier momento. Pero no volvió, y a partir de entonces fue como si a Héctor Mann se lo hubiese tragado la tierra

Hèctor Mann nascut el 1900 havia realitzat 12 curts en la època del cinema mut i havia desaparegut a finals de 1928 i ningú sabia res d’ell. David Zimmer publica un llibre sobre les seves pel·lícules, “El silencioso mundo de Héctor Mann”, el 1988. Al cap d’un temps rep una carta on deia: Querido profesor Zimmer, Héctor ha leído su libro y le gustaría conocerlo. ¿Le apetecería venir a visitarnos? Atentamente, Frieda Spelling (Sra. De Héctor Mann)”

Així es planteja la narració i genera una intriga amb ganes de saber què passarà.

Primer coneixerem que David Zimmer fa pocs anys va perdre la seva dona i els seus dos fills petits en un accident d’avió, pèrdua de la que es culpabilitza i de la que li costa molt recuperar-se.

Es submergeix en l’escriptura del llibre i no pensa en res més. “Estaba en el libro, y el libro estaba en mi cabeza, y mientras siguiera allí dentro, podría seguir escribiéndolo. Era como vivir en una celda acolchada, pero de todas las vidas que podía haber llevado en aquel momento, era la única que tenía algún sentido para mí. No era capaz de relacionarme con el mundo, y sabía que, si intentaba volver a él antes de que estuviera preparado, acabaría hecho trizas. Así que pasaba el tiempo encerrado en mi pequeño apartamento, escribiendo sobre Héctor Mann. Era un trabajo lento, y hasta absurdo, quizá, pero requirió toda mi atención durante nueve meses seguidos, y como estaba demasiado ocupado para pensar en otra cosa, probablemente me salvó de volverme loco

Poco a poco me iba acostumbrando a estar sin Helen y los niños, pero eso no quiere decir que adelantara mucho. No sabía quién era, ni tampoco lo que quería, y hasta que encontrara la manera de volver a vivir con los demás, sólo seguiría siendo medio humano.

Veiem una mica més com és i com es troba David Zimmer: La única persona con la que sabía cómo comportarme era conmigo mismo pero verdaderamente yo ya no era nadie, no estaba realmente vivo. Sólo era alguien que fingía estar vivo, un muerto que pasaba el tiempo traduciendo el libro de un muerto”. Aleshores estava traduint un llibre de Chateaubriand

La vida de Hèctor Mann abans de les seves 12 pel·lícules està amarada de misteris. De cop i volta desapareix, ningú sap on és. Tampoc se sap el motiu de la desaparició, malgrat que alguns articles periodístics apuntaven algunes teories mai confirmades.

A poc a poc anem coneixent quina ha estat la vida de Hèctor Mann des del moment de la seva desaparició de la vida pública, una vida d’autèntica novel·la.

La vida era un sueño febril, y la realidad un universo sin fundamento, un mundo hecho de fantasías y alucinaciones, donde todo lo imaginario se hacía real.”

Hèctor passa gairebé per tot. Su mundo se había escindido en dos, su mente y su cuerpo no se hablaban. Era exhibicionista y ermitaño, depravado furibundo y monje solitario, y si logró sobrevivir durante tanto tiempo a esas contradicciones internas, sólo fue porque adormeció voluntariamente su conciencia. Se acabó la lucha por ser bueno, se terminó la farsa de creer en las virtudes de la renunciación. Su cuerpo había tomado el mando, y cuando menos pensaba en lo que hacía su cuerpo, más satisfactoriamente lograba hacerlo… Señal del miedo que tenía de mirarse a sí mismo, el comportamiento de alguien que hubiera tapado todos los espejos de su casa

Tota la història de la vida de Hèctor Mann sembla una gran mentida, però... “cada vez que pienso que me ha mentido resulta que me ha dicho la verdad. Y eso es lo que hace tan imposible su historia. Porque todo lo que me ha contado es verdad

Hèctor Mann va fer més pel·lícules, però aquestes no les veuria mai ningú. Aquest era el seu destí. La verdadera obra no consistía en realizar películas, sino en hacer algo con objeto de destruirlo. Ésa era la obra, y hasta que todo vestigio de esa obra no se hubiera destruido, la obra misma no existiría. Únicamente cobraría vida en el momento de su aniquilación; y entonces cuando el humo se elevará en el caluroso día de Nuevo México, desaparecería. Había algo escalofriante y hermoso en esa idea… Mi presencia manchaba la pureza del momento. Las películas tenían que morir vírgenes, sin ser vistas por nadie del mundo exterior

Aquesta novel·la és una mena de nina russa, amb una història dintre d’una altra: la vida del narrador, de David Zimmer des de la mort per accident d’avió de la seva dona i fills, la misteriosa vida de Hèctor Mann, les històries d’algunes de les seves pel·lícules...


 

Éste es un libro de fragmentos, una recopilación de aflicciones y sueños medio recordados…

PAUL AUSTER

El libro de las ilusiones

Ed. Anagrama; 2008 (e. original, 2002); 338 pàgines

Traducció de Benito Gómez Ibáñez